Catástrofe y Agora

Unos meses después de que se produjera la mayor catástrofe eólica registrada por nuestro utillaje tecnológico, el huracán Mich batía un nuevo e inesperado récord de siniestralidad. Lo mismo ocurre con otras catástrofes naturales, ecológicas, industriales, financieras, políticas, éticas...; aún podían añadirse otras categorías. Parece que estuviéramos al borde de la "Catástrofe".

Polis no es un cuerpo político localizado exclusivamente en Atenas, Esparta, Tebas u otra ciudad de la Grecia clásica. El concepto surge en -de- las mismas...; pero también en Marsella, Cádiz u otras colonias de las anteriores. Las metrópolis griegas existían porque tenían redes comerciales y estas lo hacían por sus clientelas exteriores al orden griego. La extensión de las últimas era tal que se han localizado géneros del mercado griego del entorno de los siglos VI y V antes de Cristo a lo largo de todo el continente europeo -véase en Escandinavia. También hay síntomas que indicarían que los hombres de la Tena privilegiaban otros mercados -etruscos-, signo del cambio de titularidad del poder.

Los griegos clásicos impusieron su interpretación del mundo por una manifiesta eficacia epistemológica, política, económica, comercial y militar. Cuando las ciudades griegas perdieron su predominio; Roma -la antigua Etrusquia-, vencedora militar y comercial, asumió la interpretación helena del mundo. Así lo han hecho también los poderes militares, económicos, tecnológicos, científicos y pragmáticos de nuestra sociedad.

Agora es el discurso de Polis y la última es un espacio "ordenado", integrado en un caos. Los griegos crearon el discurso del mundo - Logos - en la existencia. Esta es el resultado de un proceso dialéctico entre la irreductibilidad del ser y la del no ser. Logos, el concepto griego del mundo, es un discurso que surge de la existencia y se pronuncia en la esencia - la supervivencia. Sócrates, el titular del discurso de Platón, es mortal, luego Platón también lo es. El último es el fundador de Academia. Logos es el discurso de academia. Academia ha sobrevivido a todas las catástrofes; porque ha sido creada como alternativa a la catástrofe.

Polis y Agora existen en un orden cósmico; la catástrofe lo hace en un desorden caótico. La Academia fue precedida por la cosmogonía: "Olimpo" legitima el orden de Polis y asimila el desorden del caos. Así ocurre cuando se produce la insurrección de Zeus contra el poder de su padre; ocurrirá asimismo cuando un hijo de aquel arrebate, también, el poder de su progenitor. En todos estos casos, como ocurre cuando "Roma" impone su imperio, o cuando lo hacen las poblaciones germánicas, el poder emergente representa una asimilación de elementos exteriores -barbáricos, de "mestizaje"-.

La Logos griega se enmarca en una cadena de mestizajes. Los dioses son "criaturas creadoras" del mundo. Estas, desde sus orígenes, se encarnan en la bastardía; adquieren los vicios de sus criaturas.

La eficacia del Olimpo griego radica no solamente en el mantenimiento de un orden olímpico, sino también, sobre todo, en la capacidad de perpetuarse en el nuevo régimen constituido por los nuevos titulares del poder. Así, aunque miembros poderosos del partido de Zeus consideraran injusto el castigo impuesto por éste a Prometeo, la voluntad de aquel prevalecerá durante su mandato. También, cuando el orden de Heracles libera a Prometeo, no solamente anula el orden de Zeus sino que impone el nuevo orden -el de todos los mestizajes- Heracles es un bastardo, primero de Prometeo con mujer, después de Zeus con el producto de la séptima generación del dios en mujer.

Los dioses son seres autónomos que organizan una jerarquía olímpica a partir de partidos. El de Zeus ha sido lo suficientemente fuerte para conquistar y conservar el poder. Pero la fuerza proviene del consenso obtenido con los otros dioses. Este no es estático, se romperá cuando los consensuales no obtengan lo consensuado o que éstos consiguieran una propuesta de consenso más favorable y en ambos casos lograran constituir un partido capaz de arrebatar el poder al titular.

Si el academicismo es una importante componente de la eficacia del sistema político griego, no lo es menos la eterna verificación del funcionamiento de ésta en el mundo existencial. La debilidad de la última componente en nuestra actualidad académica y política es un síntoma inquietante de ruptura consensual entre la irreductibilidad de la esencia a la existencia. Proponemos un objeto académico y político, Agora, lo suficientemente riguroso y pragmático y al mismo tiempo lo suficientemente existencial como para implicarnos, porque estamos implicados y porque no podemos dejar de estarlo. Polis, Academia y Olimpo son conceptos cargados de actividad, de lucha por el poder y éste se conquista; nadie está a salvo. Nadie puede estar inactivo.

La actualidad política afecta a un entorno del 50% de la población que vota y la Polis de ésta se reduce al acto electoral. Así lo requiere el sistema, puesto que el voto opta por un proyecto político y por una clase política que ejecute el mismo y que ejerza su control parlamentario sobre esta ejecución.

Podíamos tener una perspectiva similar en la Polis. Esta tenía un cuerpo mucho más reducido. El último estaba limitado por una utilización restrictiva del concepto de ciudadanía. Tenía, sin embargo, los mismos síntomas de debilidad política que padecemos nosotros. Basta con recorrer la obra de Platón, donde la democracia es utópica; pesimismo que encontramos a lo largo de la historia de los modelos políticos, San Agustín, Rousseau, Hobbes... Maquiavelo.

También podemos considerar el mundo real y éste como resultado de una dialéctica del poder, donde los modelos - la democracia- se encarnen en la vivencia cotidiana para dinamizar el proceso simbólico, en lugar de permitir que éste imponga su tiranía desde el abstracto.